Con un poco de timidez, Marilín va abriendo su corazón y responde a las consultas sobre la etapa más dura que ha tenido que afrontar en sus cortos 21 años: fue madre antes de los 15. La presión y el apoyo de su progenitora, que lleva el mismo nombre, la hicieron tomar la mejor decisión de su vida.
No fue sencillo seguir y más si la ginecóloga que la atendió le dijo que por naturaleza lo iba a rechazar, ya que dio a luz a Thiago Gael por cesárea. Era prácticamente una niña y encima estaba en duda su retorno a las canchas porque ella ya practicaba el deporte que la apasiona.
Su vida dio un giro de 180 grados, pero Marilín batalló para que el cambio no se sienta en su día a día. Su estadía en el club Andrés Ibáñez fue más llevadera por el apoyo que recibió de su técnico, Ronald Pedraza, quien, mientras la delantera estaba en la cancha, corría a buscar pañales. “Me acuerdo que mi hijo lloraba durante los 45 minutos, se callaba en el descanso y volvía a llorar en el segundo tiempo”, cuenta ahora con una sonrisa, aunque en ese tiempo no fue nada grato.
Duro momento
Ser mamá no era sencillo y distribuir su tiempo entre varias responsabilidades, menos. Su madre le dijo que tenía que dejar el fútbol para cumplir a pleno con su rol que asumió a su corta edad. Después de un tiempo le hizo entender que podía con todo. Trabaja, estudia, entrena, se presenta a los partidos y ahora es seleccionada nacional. “Él (Thiago) es uno de los motivos por los que sigo entrenando, porque también sueño con que mi niño sea futbolista”, enfatiza la cruceña.
Con el tiempo, su madre le dijo que la respaldaba en todo y ahora continúa siendo ese pilar fundamental para que ella siga adelante. “La verdad no sé qué sería sin ella”, expresa Marilín. En este momento es quien está cuidando a su pequeño, ya que ella está concentrada desde el 3 de junio con la Verde.
El fútbol, su vida
Marilín apoya a Thiago en su formación como futbolista, lo lleva a la escuela de fútbol 1.º de Mayo. “También es zurdo”, remarca. Su deseo más grande es verlo triunfar en el deporte que la mueve todos los días.
Nació, creció y vive en las canchas porque su mamá también era futbolista. “Me llevaba al estadio desde muy pequeña y voy a estar en esto hasta que Dios diga basta”, añade.
Hincha de Oriente
Dio sus primeros pasos en el club Guaraní y siempre soñó con jugar en Oriente, y hoy lo cumplió. Militaba en Mundo Futuro y por las exigencias de la Conmebol el club refinero hizo un convenio y ahora juega para la fusión de los dos equipos. “Sabía que lo iba a lograr y lo hice”, dice satisfecha. “Oriente es mi vida”, concluye.
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