Estados Unidos, vigente campeona del mundo, es el equipo referencia en el fútbol femenino: estas son las razones de su dominio antes de debutar en Francia-2019, hoy en Reims contra Tailandia.
Con tres títulos mundiales y cuatro medallas de oro olímpicas, el equipo estadounidense presenta el palmarés más reluciente del fútbol femenino. Desde la primera Copa del Mundo, en 1991 en China, las norteamericanas han subido siempre al podio en la siete ediciones del torneo planetario: tres veces fueron primeras, una vez segundas y otras tres, terceras.
Su balance en Juegos Olímpicos es aún más impresionante a pesar de que finalizaron en el quinto puesto en Río-2016, su peor resultado a nivel internacional. Desde la aparición del fútbol femenino en el programa olímpico en Atlanta-1996, sólo han perdido dos partidos, han ganado 26 y empataron cinco.
Las estadounidenses también se han alzado con ocho de las diez ediciones de la Copa Oro y nunca han caído por debajo de la segunda plaza del ránking de la FIFA, creado en 2003.
Para medir la importancia del fútbol femenino en Estados Unidos, bastan dos cifras: según datos de la FIFA publicados en 2014, 15,9 millones de las 30,1 millones de jugadores censadas en todo el mundo son de allí.
“Lo que sorprende aún más es que la impresionante masa de chicas que juegan al fútbol en Estados Unidos lo hacen en todo el país desde que son muy pequeñas”, constata el inglés Mark Parsons, entrenador del club de fútbol del campeonato profesional femenino de Portland.
El soccer femenino estadounidense basa su fuerza y su vitalidad en el sistema universitario desde que una ley promulgada en 1972, bautizada como Title XI, obligó a las universidades a crear programas deportivos dedicados exclusivamente a sus mujeres.
Dos años después del título mundial del Team USA en casa en 1999, el fútbol femenino entró en la era del profesionalismo con un primer campeonato (WUSA) que enfrentó a ocho equipos.
Ese primer intento solo duró tres campañas pero dio pie al nacimiento a continuación del WPS en 2008 y a la NWSL en 2013. En 2018, la NWSL batió por quinto año consecutivo su récord de afluencia, con 650.564 espectadores, y un progreso del 73% con respecto a 2013. Con un media de 6.024 espectadores por partido, la NWSL sigue lejos de la MLS, su homólogo masculino, con 21.873, pero ha sobrepasado ampliamente los campeonatos de hombres de segunda y tercera división (4.916) y otras ligas profesionales femeninas a través del mundo como la W-League australiana (2.139).
Mejores que los hombres
Mientras ellas dominan el fútbol mundial, ellos nunca han superado unos cuartos de final (2002), salvo aquellas semis en la primera edición, en 1930, que fue experimental y donde solo se participaba por invitación.
En los últimos tiempos incluso ha sido peor ya que ni siquiera llegaron a clasificar para Rusia-2018. Una diferencia de resultados que se explica, según la exinternacional Brandi Chastain, por el panorama deportivo en su país. “Las chicas que pusieron a jugar al fútbol porque no tenían lo que los chicos con el fútbol americano, el básquetbol y el béisbol. El soccer se convirtió en nuestro deporte y hemos hecho todo lo posible para aprovecharlo al máximo”, concluye.
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