Suecia elevó ayer el listón de historia futbolística al clasificarse por primera vez a la final del fútbol femenino de los Juegos Olímpicos con un golpe maestro que podría llamarse ‘Maracanazo’, pues la víctima fue la selección brasileña en una tanda de penaltis que perdieron por 3-4.
Las brasileñas buscaban el acceso a la final en busca de una medalla de oro que les resulta esquiva. Tendrán que conformarse con la lucha por el bronce este viernes frente a la perdedora de la otra semifinal entre canadienses y alemanas.
Las suecas, con un estilo de juego defensivo que viene siendo discutido desde que la estadounidense Hope Solo las llamó “cobardes” tras caer ante ellas en las semifinales, dejaron que todo el desgaste lo hicieran las anfitrionas. Sin goles, la serie debió ir a la prórroga y por no haber variaciones en el resultado, a la tanda de penaltis donde la guardameta Hedving Lindahl terminó convertida en heroína al detener dos lanzamientos.
Antes del decisivo lanzamiento de Dahlkvist habían marcado Lotta Schelin, Caroline Seger y Nilla Fischer.
Por Brasil marcaron Marta, Andressa Alves y Rafaelle. A Kosovare Asllani la brasileña Bárbara le atajó el lanzamiento.
Noventa y cuatro minutos jugados en el tiempo reglamentario y treinta minutos de una prórroga fue el precio pagado por dos selecciones que llegaron a las semifinales tras superar una exigencia similar en los cuartos de final.
Las brasileñas, que debutaron con goleada de 3-0 a China y en la segunda jornada vapulearon a esta misma selección de Suecia por 5-1, se olvidaron de marcar en los tres partidos siguientes contra Sudáfrica en el cierre de la fase de grupos, frente a Australia en cuartos de final y hoy.Suecia por contra, se dio el lujo de llegar a esta cita con apenas tres goles marcados: 1-0 a Sudáfrica en el debut, 1 a Brasil en la segunda fecha, y otro a Estados Unidos en el 1-1 de cuartos de final, que ganaron por penaltis por 4-3. Las Blagult hoy entregaron a las brasileñas el balón y la cancha de un escenario con una humedad que rondaba el 66 por ciento y en el que el sol calentaba a 26 grados.
Las anfitrionas presionaron, primero por las bandas a través de Andressa Alves y Beatriz, y ante la rocosa defensa montada por Pia Sundhage el librillo del técnico Vadao pasó al capítulo de los pelotazos aéreos.
No fue una alternativa feliz dada la talla de las centrales Nilla Fischer y Linda Sembrant, aunque la excepción de la regla ocurrió cuando la delantera Debinha saltó más que las demás y obligó a la portera Hedving Lindahl a sacar de una palmada el balón por encima del horizontal.
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