Los aficionados al fútbol hemos recibido con alegría el programa cultural del mes de septiembre del Goethe Institut, pues incluye unas actividades que lindan entre el fútbol y la cultura, denominadas Fútbol, fútbol, fútbol - Femenino con la presencia de Eliane Nascimento (Brasil). Se trata de una exposición sobre fútbol femenino, un ciclo de cine, un minitorneo de fútbol femenino y un conversatorio con participación de la famosa futbolista brasileña Eliane Nascimento, gestora de la escuela Estrela Sports.
Si algún paisano se preguntara por ahí: ¿pero qué tiene que ver el fútbol como deporte dentro de un programa cultural?, la respuesta sería sencilla: No tiene nada de raro, puesto que el fútbol ES cultura. Es cultura porque responde siempre a una determinada forma de ser; de ahí se desprende todo el resto. Albert Camus, que jugaba de portero, dijo una vez agradecido: “lo mejor que sé sobre la moral y las obligaciones de los hombres se lo debo al fútbol”.
Dividir. Sin embargo, existe una extraña tendencia, también en nuestro medio, de rayar la cancha y dividirla en dos partes: en un lado estaría el arte, lo intelectual y “lo culto”; en el otro estaría el fútbol, una manifestación popular, un negocio que le sirve al capitalismo para exprimir el bolsillo de las masas “huérfanas de materia gris”. (De ahí también que sea muy raro encontrar artículos inteligentes y bien escritos sobre fútbol en las páginas deportivas de cualquier periódico boliviano).
Quizás se olvida que el juego es uno de los padres de la cultura; que la cultura presupone una organización previa de formación social construida en gran medida gracias al juego. El otro tema obviado es el que Jorge Valdano toca en sus escritos: el fútbol es uno de los mejores laboratorios para analizar los comportamientos humanos. “A quien sepa mirar profundo, quizá el fútbol le descubra verdades ocultas en la maraña social que sólo las grandes intuiciones populares pueden desvelar”. (Jorge Valdano, El miedo escénico y otras hierbas).
Fútbol. Recreación de la realidad. Metáfora de la globalidad. Teatro para todos. Representación del hombre. Imagen de cualquier pueblo que, huyendo de sí mismo, se ve reflejado en la cancha. De ahí también que los grandes equipos descubrieran que la única forma de jugar bien es la que respeta las pulsaciones de su propia tierra.
El fútbol es cultura, y no ha necesitado de los intelectuales para mostrarse en cuanto tal. Recordemos a Borges, que en un acto de rechazo al fútbol, dictó una conferencia sobre la inmortalidad en el mismo día y hora que Argentina debutaba en el Mundial del 78. Pero si la conducta intelectual generalizada ha sido la de ignorar o repudiar al fútbol, como si fuera algo que mancha, la contraparte de las excepciones ha sido y es enriquecedora. Además de los brillantes aportes de Montalbán, Jorge Valdano y Juan Villoro a la literatura del fútbol, Eduardo Galeano inmortalizó algunos pasajes maravillosos en el libro que le dedicó a este juego de multitudes. Entre los nuestros, Luis H. Antezana J. escribió un ensayo de homenaje a Garrincha (Un pajarillo llamado Mané) que —aunque tiene un tono demasiado académico—, es más que rescatable, pues está animado por una compartida pasión por el fútbol y una necesidad de cortejar a la poesía que van hilando juntas de la mano.
Mujer. Me imagino en este momento a una feminista con el cabello rapado de un solo lado, las uñas negras y las clásicas botas del ejército, vociferando por un micrófono algo así: “¡el fútbol es un juego de machistas egocéntricos que no hace más que reproducir los códigos de la sociedad patriarcal…!” Y sí, los hombres hemos llevado el fútbol a sus puntos más gloriosos, pero eso no quita el hecho de que el fútbol haya podido constituirse en la actualidad en un espacio habitable para la mujer, en una zona de emancipación y expresión del talento. Una potencialidad.
De hecho, la actividad cultural que organizan el Goethe-Institut está enfocada principalmente en el fútbol femenino.
La Copa Mundial de Fútbol Femenino que tuvo lugar recientemente en Alemania ha sido el disparador de esta iniciativa. Seguramente la presencia de la jugadora Eliane Nascimento encontrará un gran eco, principalmente entre el emergente talento futbolístico de las mujeres bolivianas, y de los directores de escuelas de fútbol.
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