El fútbol femenino en Brasil ha ganado relevancia con la estrella internacional Marta, pero es una verdadera pasión entre mujeres indígenas de la selva amazónica, que participan de campeonatos aficionados y mantienen unida a sus familias y las tradiciones culturales en torno al deporte.
Cuando era niña, la indígena de la etnia sateré-mawé Jucenilda Pena de Souza, de 35 años, jugaba al fútbol con sus hermanos en la tierra de la aldea Andirá-Marau, ubicada en Parintins, a 369 kilómetros de Manaos, en el bajo río Amazonas.
Hoy Jucenilda Souza vive en la periferia de Manaos, capital del estado de Amazonas, es artesana y centrocampista del equipo aficionado de fútbol femenino Selvagem do Amazonas Futebol Clube.
Allí, juega en el mismo equipo que dos hijas, la zaguera Angélica Wururuphort, de 17 años, y la lateral Ranglema Waikiru, de 15.
"Jugar con mis hijas es muy divertido, algo muy bueno que le da valor a nuestra etnia y a nuestra cultura", dijo Pena de Souza en una entrevista con Efe en Manaos, una de las 12 sedes del Mundial 2014.
El equipo Selvagem do Amazonas F.C fue fundado en 2012 por los indígenas de la etnia sateré-mawé, de la comunidad Waikiru, ubicada en el barrio de Redencao, en la zona centro oeste de Manaos.
El año pasado el club ganó el primer título del Campeonato Peladao Indígena, como se conoce al mayor torneo de fútbol aficionado sobre campos de tierra de Brasil, que se realiza en el estado de Amazonas.
Selvagem es uno de los seis clubes de fútbol indígena femenino que disputa el campeonato y el único hombre del plantel es el entrenador, el indígena de la etnia maraguá Eduardo Rosseti Araújo, de 30 años.
"Ellas tenían cierta noción del juego, pero no conocían la técnica de posicionamiento, jugaban mucho a los pelotazos", analizó a Efe el director técnico.
Pero tampoco Araújo tenía idea sobre las reglas del fútbol.
"Es el primer equipo que entreno, aprendí las técnicas viendo los partidos por la televisión", reconoció el técnico campeón 2013.
Fuera de la época del campeonato de "peladas" (como se conoce en Brasil a los partidos de fútbol aficionado), que comienza en julio, las 18 jugadoras de Selvagem do Amazonas entrenan los domingos en el "campito" del barrio Redencao.
Con sus collares y coronas de plumas, ellas llaman la atención de los vecinos cuando pasan por la calles que llevan al campo de juego y algunas de ellas cargan sus bebés entre los brazos; otras son llevadas en carros de bebés por sus maridos.
"Ser jugadora es más que un orgullo, es una conquista, porque el fútbol no es solamente de hombres, es un desafío porque tenemos que trabajar y criar hijos también", comentó la zaguera Inara Waty, de 22 años, artesana y madre de tres niños.
De las 18 futbolistas del Selvagem, cinco son estudiantes, como la portera Otacilene dos Santos Rodrigues, de 23 años, quien cursa Letras en la Universidad del Estado de Amazonas (UEA) después de dejar hace un año la aldea Sao Benedito, en medio de la selva.
"Un equipo de fútbol representa la unión de las aldeas. Cuando salgo a la cancha, es para vencer", dijo la guardameta.
A pesar de buscar la preservación cultural indígena, apenas una jugadora sabe hablar la lengua sateré-mawé, que pertenece al tronco linguístico del Tupí.
"La vida en la ciudad influencia mucho a nuestra cultura, perdemos el contacto con la aldea y con los parientes más ancianos, que saben transmitir la lengua a los más jóvenes", evaluó la lateral Cleane Paz Oliveira At, de 28 años, estudiante de Turismo.
Admiradora de la jugadora de la selección brasileña Marta y del portero Julio César, que disputará la Copa del Mundo de 2014, la centrocampista y fundadora del equipo Erijana Cardoso Miquiles dijo que no está del todo de acuerdo con la realización del Mundial en Manaos "El Mundial, argumentó, es un gran honor para Brasil, que es la casa del fútbol, pero el lado negativo es que están gastando dinero público sin darle valor a los asuntos de la educación y de la salud de los pueblos indígenas", lamentó Miquiles.
Los equipos indígenas masculinos y femeninos participan desde 2005 del campeonato Peladao y forman una comunidad de 230 atletas de 14 clubes que se juega en el campo de la Universidad Federal de Amazonas.
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